lunes, 14 de noviembre de 2016

Os presentamos un nuevo cuento, Hoy una nueva visión de la historia, "El Regalo", de Ignacio Soriano Jimenez.

EL REGALO


«¡Señor, señor, ya llegamos a Briviesca!», me despiertan las  voces de quienes están en el departamento del tren, que también se apean aquí. Han montado en Miranda y, después de comer un poco de queso y tomar un par de tragos de vino que me han ofrecido generosamente, me he quedado dormido. El viaje
desde Tarragona se hace pesado, aunque atractivo en casi todo el recorrido , especialmente en las montañas de la comarca de Montblanc, la vega del Ebro y las sinuosidades de La Rioja.

En la estación, la familia del lugar con la que he coincidido encarga a su hijo adolescente, Óscar, que me acompañe a casa del alcalde, también maestro, con el que deseo hablar.
Le escribí hace unos dos semanas anunciándole que había sido destinado a Bañuelos de Bureba y que, como pueblo de referencia de la comarca, pensaba llegar a Briviesca hoy, viernes, 5 de septiembre, por hacerme una idea de la tierra en la que voy a pasar este curso y ponerme en antecedentes de lo que tenga a bien.

¡Por fin puedo vivir ya en la casa de la escuela! En Briviesca me acomodaron con mi escaso equipaje en una carreta que venía el lunes a Bañuelos. Nos acompañaba en su mula un vendedor ambulante, por lo que el recorrido se hizo entretenido , sin que se notara en demasía los saltos que daban las ruedas por el
descuidado camino.

Viendo la paramera, no me hacía idea de dónde paraba el pueblo, algo que acentuaba la desesperada intranquilidad que se puede tener en tales momentos en los que se está ante lo inesperado .
Inopinadamente , comenzó una bajada, cuya cuesta terminaba en pronunciadas curvas, que daban paso a las
primeras edificaciones del caserío.

Lo que me parecieron dos pequeños cauces se juntaban algo más abajo, dando origen a un estrecho valle. Cerca de allí, una figura estaba inclinada ante unas matas floridas y el carretero le gritó,
- ¿Qué, tía Juliana, se dejan escarbar las patatas?-.

Apenas levantó la vista y me pareció una mujer muy entrada en años.
Llegados a la bajera, subimos una pequeña cuesta a la derecha y me dejó en la fonda.
El edificio de la escuela me causó una impresión grata. Algo de insistencia costó hacer que desalojaran de animales la parte de abajo y que se adecentaran todos los rincones. El resto fue más sencillo.
Las caras serias de las criaturas, entre el temor y la expectativa, de los primeros días, fueron diluyéndose según pasaba el tiempo al ver que no empleaba métodos de fuerza para castigos, además de que se fue relajando el ambiente al aprovechar el clima templado del otoño para salir por los alrededores
a conocer y estudiar plantas y animales, para realizar cálculos sobre lo que hay entre manos.
 La desconfianza se trocó en esperanza cuando les hablé de que tenía una sorpresa, la imprenta, de lo que no se hacían una idea muy cabal respecto a su estado y, sobre todo, para lo que podría servir.


Han sido cinco meses de andadura , incluida la gran nevada de enero , que mantuvo la escuela cerrada durante una semana.




En Briviesca he conseguido un pequeño ayudante para la limpieza y las comidas, que además puede asistir a clases; allí reunimos los enseres básicos de la vivienda, que trajimos en un viaje no exento de aventura, pues el camino continúa embarrado.
Así, durante la semana, puedo estar volcado en la tarea docente.

¡Qué distinta es esta escuela a la de las graduadas en las poblaciones de mayor tamaño en las que he estado! Aquí se mezclan edades, niñas y niños, sin que se aplique filtro alguno ni donde existan otras posibilidades privadas.
A pesar de conocerla, nunca pude imaginar que la imprenta fuera un elemento tan poderoso, con el texto libre, el periódico, el trabajo colaborativo, las asambleas para resolver asuntos, las cartas a otras escuelas,
la organización de los espacios ... Les convierte en creadores, en personas únicas. Oscila la asistencia del alumnado entre 15 y 25, dependiendo de las faenas que tengan sus familias en casa o en el campo. Ya hay casas en donde confían en que la cultura puede ser fundamental en la vida de estas criaturas , pero queda mucho por hacer.
Hace un par de meses Aurora escupió algo de sangre en el pañuelo.
- Estoy así desde hace un tiempo, después de que no se me curara la tos- , dijo con la cara asustada. Estamos en junio y lleva ya tres semanas sin aparecer por la escuela. Su ausencia ocupa un espacio que todo el mundo aquí adentro nota de una u otra manera. Sin acaparar protagonismos, su presencia ha aportado
desde el principio una calmada alegría, esa certeza que tranquiliza a quien está experimentando algo, de la que ahora tenemos conciencia. El joven médico del pueblo no da demasiadas esperanzas,"es la peste blanca".
Es junio. Salimos a la explanada de la escuela a observar lo que rodea el pueblo. Las criaturas desarrollan las tareas escolares con desenvoltura, con esa natural distracción hacia las situaciones trágicas. O, al menos, eso pensaba yo, pues el jueves pasado me sorprendieron.
Tres niñas nos reunieron a la sombra del nogal de la cuesta de las bodegas: «queremos regalarle algo
a Aurora, no sabemos..., algo que pueda hacerle ilusión».
Joaquín, el chico de la cojera, dice «yo sé lo que es, un cuadernillo». Sus palabras nos recorren con el convencimiento de algo que cada cual tendría que haber dicho, «¡claro, cómo no se
nos ha ocurrido antes!».
Sin comentarlo, todo el mundo ha estado el fin de semana dándole vueltas a su texto, a sus dibujos, a canciones y dichos del pueblo que pudieran cuadrar, a los colores del papel, a objetos que no estorben el ir pegados, recordando lo que le gusta, preguntándole disimuladamente cuando han ido a verla.

Yo he estado buscando en el mercado y por las tiendas de Briviesca algo que pudiera servir de acompañamiento.
 Carmen me decía que me notaba algo raro, algo nervioso ... «no sé, mujer-le solté-, será que noto ya el final del curso». Creo que he dado con ello.
Estos días están siendo movidos en clase, al tiempo que se ha implantado un silencio casi total. No piden música en el gramófono.
Tienen una concentración que no he visto antes. De forma tácita, sabemos que cada cual tiene derecho a colocar su aportación, de ahí que se esmeren en dar con la dádiva escogida, cariñosa, concentrada, pues necesariamente ha de ser corta .
En el título no hay dudas: Aurora .